Andrés, de 11 años, vende sus dibujos para ayudar a su familia

Entre el ruido de los pasos y el ir y venir del Centro de León, un niño de once años se sienta todos los días con un lápiz y unas cuantas hojas de papel. Su nombre es Andrés, y sus dibujos de superhéroes no solo llenan de color las calles, sino que también se han convertido en una forma de sostener a su familia.

Con apenas una cartulina que anuncia “Se venden dibujos”, Andrés intercambia sus retratos por cuotas voluntarias. Aunque muchos transeúntes ya lo reconocen como el pequeño dibujante del Centro, aún no ha logrado obtener un permiso municipal que le permita vender formalmente su trabajo.

“Dibujo desde que era niño. Me gustaba dibujar las caricaturas que pasaban en la televisión, y como me encantaba Spiderman, pues fue el primero que empecé a dibujar”, relató.

Su talento ha sido completamente autodidacta. Sin clases ni materiales especializados, Andrés se ha enseñado a sí mismo a dibujar de memoria. En sus hojas aparecen héroes, villanos y personajes que parecen cobrar vida bajo el trazo firme de un lápiz escolar.

“Sí me gustaría estudiar artes porque hasta ahora no soy profesional, pero por lo mientras estoy aprendiendo yo solo”, mencionó.

A pesar de su corta edad, sus sueños son tan grandes como sus dibujos.

“Me gustaría tener un montón de trabajos. Ser dibujante, también futbolista —porque me encanta el fútbol—, cocinero y productor de películas de superhéroes”, expresó.

Cada día, Andrés llega al Centro acompañado de su gatita, a quien logra alimentar con parte de lo que recauda. Sin embargo, la mayor parte del dinero la destina a ayudar a sus padres. Su padre, explica, padece una enfermedad que le impide trabajar, por lo que su madre y él buscan distintas formas de sostener el hogar.

“Los hago con puro lápiz, con el normal, el de escuela. Los hago en hojas de papel, y pongo mi letrero donde digo que se venden dibujos… aunque los doy en lo que las personas me quieran dar”, dijo.

Aun con las dificultades, su presencia se ha vuelto cotidiana para quienes caminan por la zona. Muchos le obsequian materiales o palabras de aliento, y otros más simplemente se detienen a admirar su talento.

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